Larga historia preceden los pucheros de este pueblo, que cuenta que ya hicieron buenas migas con los lugareños, aquellos fenicios negociantes y amantes de preparar platos donde el aceite de oliva virgen extra, era toda su filosofía de grasa vegetal que interviene en la mayoría de los platos que en este pueblo se aliñan, cocinan y comen. Pero no crean que solo de aceite viven los "alamedilleros", pues si nos paramos a reflexionar sobre el topónimo de su nombre "Al-Yanna" que significa la huerta, Lo que nos situa frente a una serie de viandas basadas en hortalizas y frutales se encuentran integrándose en el programa cibártico de este pueblo. En las casas gusta de hacer conservas de todo tipo, a pesar de los tiempos y las modas. Desde las costillas en aceite, lomos, chorizos, morcillas y demás exquisiteces, hay que destacar que las plantaciones de almendros, comunes a nuestra filosofía y cultura no faltan en los paisajes rurales de sus campos.

Una de las costumbres gastronómicas más arraigadas en el municipio de Alamedilla es la de “la matanza” casera del cerdo, que tiene lugar por diciembre al efecto de abastecer las despensas para el invierno.

Lo más representativo son las patatas de cerdo, chorizo de matanza, andrajos con liebre o conejo, sopas coloras, gachas coloras, tarvinas, etc… El apelativo de coloreas proviene de la utilización de los pimientos secos o choriceros y del pimentón tanto dulce como picante que le confieren a los guisos ese color rojizo tan apetitoso.